Alina Reyes / Relatos

La Séptima Noche

Es medianoche. Una atractiva mujer entra en un hotel discreto y pide por una habitación donde alguien le espera. Está nerviosa: sólo ha visto una vez al hombre que la ha citado, y eso ocurrió hace ya dieciocho meses. Su deseo aumenta cuando él abre la puerta de la habitación en penumbra y, en vez de acercarse a ella, parece rehuirla. Minutos después, el hombre le recuerda que, tal como han pactado, esa primera noche no podrán tocarse, lo que lleva a la mujer casi a la desesperación... Se convierten así en «dos cometas ardientes, lanzados a vertiginosa velocidad, que se encontrarán el uno con el otro, aunque desde tierra parecen inmóviles, y procuran desviar ligeramente su trayectoria para retrasar el éxtasis de su desintegración recíproca».

Es cierto que La séptima noche se estructura y avanza siguiendo el clásico argumento de un hombre y una mujer que se entregan a una aventura sexual y amorosa donde, progresiva y exaltadamente, noche a noche, las «reglas del juego» van haciéndose más permisivas. Pero ésa no es toda la verdad. Porque, en el erotismo, a veces las cosas no son lo que parecen. Todo depende de cómo lo vivan los protagonistas y, en particular, de cómo quieran vivirlo.

El Carnicero

La vida de Alina, una bella comerciante de arte, está a punto de dar un vuelco. Su marido la ha dejado sola por motivos de trabajo y ella siente que sus deseos más ocultos empiezan a ser irresistibles. Sus fantasías sexuales apuntan a un personaje peculiar, un carnicero con un encanto especial para seducir a las mujeres. Alina es testigo de algunos de los juegos sexuales del carnicero con sus clientas. Y no sabe cuánto tiempo podrá aguantar sin participar en uno de ellos...

Alina Reyes

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